La lactosa está detrás de los problemas crónicos que muchas personas se resignan a sufrir de por vida. Gran parte de estos problemas, sin embargo, están provocados únicamente por la intolerancia a la lactosa que ingerimos regularmente en alimentos que todos consideramos saludables.
Hasta hace poco pensábamos que la capacidad de digerir la lactosa era un asunto genético, particular de cada persona, pero nuevas investigaciones nos indican que no se trata solo de la genética. De aquí que cada vez haya más gente intolerante a la lactosa.
Las claves para tolerar bien la lactosa, este azúcar derivado de los lácticos, son:
La raza caucásica (o raza blanca) durante millones de años de evolución fue una gran productora y consumidora de leche de origen animal. Esto permitió que se conservara durante más tiempo la actividad del gen que ordena la fabricación de la enzima lactasa. Un buen ejemplo son las poblaciones que viven en latitudes altas (centro y norte de Europa) donde la gente adulta suele conservar la actividad genética y la secreción de lactasa y, por lo tanto, suelen consumir lácteos sin ningún problema.
La malabsorción de la lactosa tiene una incidencia más baja en los países nórdicos y del norte de América mientras que vemos un déficit de actividad de la lactasa y mayor incidencia a la malabsorción de la lactosa en el sur de Europa, Sudamérica, África y en las poblaciones coreanas y chinas.
Por otro lado, la microbiota intestinal es clave a la hora de fabricar la enzima lactasa, que digiere la lactosa en el intestino delgado y la hidroliza en agua y azúcares más simples (glucosa y galactosa) que se absorben y pasan a la circulación sanguínea. Por lo tanto, la lactosa no debe llegar al colon, tiene que absorberse previamente en el intestino delgado.
Es importante que te concentres en reparar el intestino delgado. Tienes que mejorar la microbiota intestinal para restablecer su capacidad de fabricar la enzima lactasa y recuperar, así, la tolerancia a la lactosa. Se ha observado que la expresión de la enzima lactasa a nivel del intestino delgado justamente no depende de si ingerimos más o menos lactosa a través de la dieta; por lo tanto, no se resuelve haciendo una dieta sin lactosa.
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