El consumo de leche sin lactosa no para de crecer. Mucha gente que no tiene intolerancia se apunta a la moda de la leche sin lactosa porque piensa que es más ligera, digestiva o saludable. Mira la gráfica que presenta Xevi en este vídeo:
Publicitariamente lo hacen tan bien que se ha creado una imagen falsa que la leche sin lactosa es más saludable y muchas personas han hecho el cambio sin saber muy bien el porqué.
Pero debes saber algo importante. El mayor inconveniente de los lácteos no es la lactosa ni la grasa, es la proteína de la leche. La concentración de proteínas en la leche de vaca es cuatro veces superior que en la humana. Las proteínas disminuyen el acidez del estómago y los jugos gástricos de nuestros intestinos no pueden hacer correctamente su función digestiva. Además, la proteína más abundante es la caseína, una proteína que tiene la capacidad de cuajar hasta el punto que se pegan en el epitelio intestinal de forma coagulada y esto dificulta también la digestión.
Por si fuera poco, la proteínas de la leche tienen una estrecha relación con algunas patologías como el asma, el acné, mucosidades, obesidad, enfermedades cardiovasculares, enfermedades autoinmunes e incluso cáncer. La ingesta de lácteos aumenta los niveles de IGF-1 (una hormona de crecimiento), y las proteínas lácteas son las mayores responsables de este hecho.
Así que deberemos entender bien qué función tienen los lácteos en nuestra salud e incorporar solo los lácteos que nos ayuden a tener una buena microbiota intestinal y no lo contrario. En el curso “¡Es la leche!” lo vemos en detalle.