En la publicación anterior te contábamos que uno de los tratamientos estrella para combatir el estrés son las plantas adaptógenas. Hoy queremos contarte qué son, por qué nos gustan tanto y cuál es nuestra favorita.
El estrés es una respuesta fisiológica útil para reaccionar a ciertas amenazas, pero en nuestra sociedad moderna nos encontramos con que los estresores no son situaciones puntuales, sino que persisten. Son preocupaciones crónicas que generan una situación de estrés permanente, estrés que no sirve para resolver el problema y que genera muchos problemas de salud.
Las plantas adaptógenas actúan sobre el llamado eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, que forma parte del sistema neuroendocrino y, entre otras cosas, controla la respuesta y adaptación al estrés. Su característica más destacable y valiosa es que son capaces de activarnos cuando estamos cansados y calmarnos cuando estamos ansiosos o nerviosos.
Algunos ejemplos son el Ginseng Siberiano, la Maca, la Ashwagandha, la Rodiola y algunas setas como el Reishi. Entre ellas, nuestra planta adaptógena favorita es la Ashwagandha, que ya nos recomendaban los ayurvedas hace miles de años para equilibrar las constituciones (doshas) vata y kapha.
La Ashwagandha es capaz de reducir el estrés y la ansiedad, favorecer el descanso nocturno y aumentar la capacidad de concentración, a la vez que es beneficiosa para el sistema inmunitario.
Como siempre decimos, aunque de forma general son plantas seguras, lo mejor que puedes hacer es consultar con tu terapeuta, que te dirá cuál te va bien a ti, pues no todas son buenas para todo el mundo y, además, podrían interferir con la toma de ciertos medicamentos.
¿Habías oído hablar de este grupo de plantas terapéuticas?