¿Es la lactosa el problema? Además de este azúcar, los lácteos contienen distintos tipos de proteínas, entre las que destacan las caseínas, especialmente la beta-caseína A1, que es la más abundante.
La beta-caseína A1 es una proteína que, al ser digerida, libera el péptido beta-casomorfina-7 (BCM7), que es capaz de unirse a los receptores opioides de nuestro sistema nervioso central (SNC) y que, además, es un inhibidor de la enzima DPP-IV.
Se ha asociado un consumo elevado de esta caseína con mayor incidencia en:
◼ Mucosidad, asma y alergias
◼ Estreñimiento
◼ Diabetes juvenil
◼ Depresión
◼ Adicciones
◼ Esquizofrenia
◼ Autismo
◼ Cardiopatía isquémica
◼ Dolor crónico
¿Dónde encontramos la beta-caseína A1? Principalmente en los lácteos que provienen de las vacas. Hace miles de años, las vacas solían tener más A2 (otra forma de beta-caseína que da menos problemas), sin embargo, una mutación elevó la cantidad de A1 y pareció aumentar la producción de leche en estas vacas, lo que hizo que los ganaderos se decantaran por seleccionar a estos ejemplares.
La beta-caseína A2 es una proteína que se digiere mejor, con menor actividad opiácea y que no inhibe la enzima DPP-IV. De hecho, las poblaciones que consumen leche con altos niveles de A2 tiene una menor incidencia de enfermedad cardiovascular y diabetes tipo 1.
¿Dónde encontramos la beta-caseína A2? Esta beta-caseína se encuentra en la leche materna, la leche de cabra, la de oveja y la de búfala, aunque también podemos encontrarla en algunos rebaños genéticamente seleccionados de Europa (existe un tipo de ganado que está certificado libre de la mutación His-67).
¿Debemos dejar de tomar lácteos? Los lácteos tienen propiedades antioxidantes y cardioprotectoras, especialmente cuando se consumen enteros y fermentados como el queso, el kéfir y el yogur. Así que no se trata de dejar de tomar lácteos, sino de tomar los adecuados.